tezomontenegro

Puerto Vallarta

Había un niño llamado Tezo, que vivía en el quinto piso de un edificio en CDMX. Desde ahí podía contemplar los majestuosos volcanes, sus cumbres se alzaban en la distancia como guardianes imponentes. Cuatro años cuando hizo un descubrimiento que cambiaría su vida. En un rincón del departamento, encontró un pianito. obsequio de su padrastro a su pequeña hermana. Las ocho teclas del diminuto instrumento parecían insuficientes para expresar la música que bullía en el corazón de Tezo. Un día, su mamá entró en la habitación y quedó sorprendida al ver a Tezo tocar la 9 de Beethoven en ese pequeño piano, sin partituras ni preparación previa. Las notas resonaron en el espacio reducido, llenando el aire con una belleza inesperada. Sin embargo, Tezo estaba frustrado porque no podía completar la melodía. Había teclas que faltaban, y eso le impedía alcanzar la perfección. Con el tiempo sus composiciones eran como las melodías de los volcanes: poderosas, emotivas y llenas de misterio.